La realidad de una vida

Una vez se apagaron las ultimas chascas del fuego, Rinet entró en lo que quedaba de la posada buscando el cuerpo sin vida de su madre. Por más que buscó el cadáver no encontró ni rastro del mismo, sin embargo encontró una trampilla metálica con un candado, en lo que antaño fue la cocina.

Nunca había reparado en ella, posiblemente estuviese oculta bajo alguno de los muebles. En ese momento Rinet recordó la llave que le había dado su padre, no lo pensó dos veces e introdujo la llave en la cerradura. Con un leve giro la llave se deslizó abriendo el candado y dejando ver una escalera de piedra que llevaba a un sótano.

Rinet cogió uno de los trozos de madera aún incandescentes y avivó el fuego, cogiendo aire bajo las escaleras y llegó hasta una sala. Con una mirada rápida alrededor vio que esta sala secreta era bastante grande, y que las paredes eran todo estanterías llenas de libros. En el centro de la habitación, una mesa con un par de cajas y material que Rinet jamás había visto. Se acercó, para observar mejor los diversos utensilios: trozos de distintos tipos de cristal, un compás, tizas, diversos papeles con extrañas escrituras así como tinta y una pluma. Parecía como si alguien hubiese estado investigando algo en ese sótano.

Al abrir una de las cajas vio un par de esferas brillantes, una de color azul y otra de color verdoso. En un principio pensó; son simples brillantes. Después, las reconoció como las esferas que utilizaban los invocadores de los libros. Siguió mirando y en una de las paredes, lo que desde lejos había creído que era otra estantería, descubrió que era un armario. Al abrirlo encontró dos túnicas una de color azul marino con un dibujo que te hacía recordar el mar, y la otra de color verde esmeralda con varios detalles en negro. Al ver esto comprendió que sus padres, tenían un pasado que jamás le contaron, sus padres habían sido invocadores.

...Continuará...